Zidane se movía con la prestancia de un torero. Cada gesto suyo era pura maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con pasión desbordante. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en un https://sabrinahurz412275.sharebyblog.com/38398421/la-historia-detrás-del-cabezazo-de-zidane-a-materazzi